Afrodita: Otra imagen para el divino femenino

Afrodita, aquella quien goza de la mayor reputación en el panteón griego, pero quizá también la más desconocida en la profundidad de su misterio, dados todos los adornos y prejuicios que le rodean.

Bouguereau Afrodita

Los dioses y diosas, como sabemos, son referentes de imágenes arquetípicas, fuerzas que se mueven y nos mueven en dinámicas semejantes a lo que leemos en los mitos.  Afrodita, tanto en mujeres como en hombres, moviliza la transformación y sabiduría del amor en formas ilimitadas y fértiles.

La importancia de la mitología griega reside en que nos presenta estas imágenes como símbolos majestuosos y complejos, permitiéndonos comprender asuntos muy humanos y psicológicos.

Es el caso de Afrodita, Venus en Roma, diosa reconocida por los atributos del amor y la belleza.  Ella, como un aspecto del eterno femenino hecho diosa, aviva las cualidades asociadas a la naturaleza en su radiancia plena y en voluptuosidad.  Pero la belleza de afrodita no se reduce a lo superficial, sino que radica, sobre todo, en la libertad de expresión y conexión con el placer.  Cualidades éstas muy proyectadas y personificadas en ideales externos, en tanto que el genuino deseo femenino ha sido esquivo y manoseado como concepto en nuestra cultura occidental.

Aphrodite_Anadyomene_from_Pompeii_croppe

Como en todas las historias míticas, existen diversas versiones a propósito del nacimiento de la diosa, la siguiente nos brinda elementos muy simbólicos asociados a sus características e influjo en nuestra psicología:

«En el poema mítico, el semen de Urano cae al mar y una tenue brisa transformada en serpiente y unida a las fértiles olas da a luz a Afrodita.  Los vientos y las olas la llevaron hasta Chipre, la isla que se convirtió en su hogar; al poner el pie en tierra brotaron flores de todo tipo».  (Homero, citado por Manuela Dunn Mascetti en: Diosas. 1990)

Cuánta belleza ya impresa en esta imagen de nacimiento, cuánta simbología y profundidad. Del semen, del agua de vida y del océano de la creación, junto con la serpiente, principio regenerador, emerge la diosa fertilizando y fecundando la tierra.

El elemento agua estará presente y muy vinculado a toda su imaginería.  Un agua también alquímica, transformadora y curativa, pues de la castración de Urano en conjugación con el agua, emerge la vida.  Así, la restauración, reparación, y transformación, son entonces cualidades que también podemos vincular a la diosa. 

Afectando a dioses y mortales Afrodita polémica en su devenir, escoge a quién amar, es decir, Decide.  Se une a Hefesto, pero también juega un enorme papel en sus amoríos con Ares.  Esta unión de polaridades entre el dios de la guerra y la diosa del amor nos afecta hasta nuestros días.  En niveles personales y colectivos seguimos movidos por la fuerza atrayente y muchas veces dramática y devastadora, en sus zonas sombrías, de esta unión.  Buscar la unidad, el anhelo de unidad entre lo femenino y masculino es también territorio de esta diosa y esto muchas veces genera caos, activa miedos y nos arroba como suele ocurrir con los arquetipos y su activación.

Por ello rendir culto, como los griegos en su época, a nuestras diosas internas es importante, necesario y saludable.  Activar el recuerdo del eterno femenino en cada célula y cultivar las imágenes desde lo simbólico y mítico, recubren de nuevo de sentido a la vida cotidiana.

Rendir tributo a la diosa para honrar su misterio quiere decir ubicar la conciencia en aquellas cualidades vinculadas a Ella y así no vivenciarlas solo desde la sombra o polarización destructiva. Salir de los estereotipos asociados al amor, la belleza, el deseo y observar el movimiento arquetipal que asalta en esos mismos territorios:

  • Observar con honestidad los propios sentimientos.  Comprender y aprender sobre la expresión y autoexpresión de los sentimientos.
  • Reflexionar sobre el significado aprendido del amor, la vivencia de pareja, las relaciones y la sexualidad.
  • Recuperar rituales que embellezcan la vida y las relaciones.
  • Aprender sobre la diferencia entre susceptibilidad y vulnerabilidad.
  • Cuidar del cuerpo como el órgano completo para el amor.  Recuperar prácticas de autocuidado. 

Trabajar día a día por restablecer la autoconfianza, la independencia y la capacidad de elección en el amor, desde el amor y para el amor… Propio.  Y desde allí, irradiarlo en belleza y generosidad.  Suena precioso, pero sí que sí es difícil.  Por ello no se trata sólo de intención, Afrodita nos exige trabajo, como lo hizo con psique en la otra historia mítica, nos exige obra, cultivo y conexión con la materia, he ahí la verdadera sensualidad.

Estas son sólo algunas inspiraciones que nos trae Afrodita desde la profundidad de sus aguas vitales, cada quién irá encontrando sus vías y formas de conexión con Ella, pero lo que sí es seguro, la visita de la diosa no pasará inadvertida, todo lo mueve, todo lo crea y recrea con una sensual sonrisa.

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