Movimientos circulares espirales

“En el quieto punto del mundo que gira.
No era carne, ni estaba sin ella;
Ni procedía de, ni iba hacia…
En el quieto punto, allí está la danza, pero ni detenida, ni en movimiento.”
T. S. ELLIOT

La constante naturaleza

Hay algo especial en los movimientos circulares, todas las danzas los desarrollan, hasta el ballet más riguroso posee unos esplendidos giros, la pequeña bailarina dando vueltas sin cesar en la caja de música es recuerdo de muchos… el silencio de los giros del derviche…semejante al de los cuerpos celestes en el cielo.  Muchos bailes primitivos evolucionan siguiendo una línea espiral dándoles un sentido de creación y desarrollo progresivo.  Definitivamente algo básico y primigenio nos trae el círculo en movimiento; ¿el recuerdo de la totalidad? ¿La huella de la vida?

Lo vemos en el movimiento espiralado del ADN (el código genético del  hombre está estructurado en una forma de doble elipse), en la circulación de la sangre, el humo cuando se eleva, las formas contorneadas del cuerpo humano, etc. Movimientos de la naturaleza, fractales que se repiten constantemente desde el microcosmos  hasta el macrocosmos: los gusanos de seda construyen su capullo en forma de espiral, y las abejas transmiten información a su reina con una danza en espiral; desde el más pequeño molusco hasta la vía láctea, el movimiento de la vida se puede observar en espiral, en círculo, elipse y ondulación perpetua.

Fotografía by Ángela Ramirez

La espiral es uno de los temas centrales del arte simbólico universal, estando presente en formas rudimentarias de cerámica y en construcciones arquitectónicas complejas como las escaleras de caracol de Da Vinci.  Es una figura, un símbolo, un movimiento que será siempre evocación de cambio y a la vez de estabilidad, una invitación a conectarnos con el centro y penetrar en él.  

A través de la observación y ejecución de movimientos como giros, rotaciones y ondulaciones, podemos acceder de forma más consciente a esta bella constante natural.

Foto by Ángela Ramírez

El flujo y el centro

Lo valioso del giro es la conjugación de la quietud y el movimiento.  La integración de los opuestos (masculino y femenino) en un bello gesto repetido, como si nos recordara que esa unión constantemente está creando. Principio y fin en continuidad.  La espiral como símbolo del centro potencial.

La marcha lineal está más asociada a la guerra, al lado de la destrucción, de las defensas y de la búsqueda neurótica de un solo objetivo perdiendo de vista el proceso, alude a la rigidez.   Las vueltas en cambio, siempre las veremos en los niños, la flexibilidad. 

Podríamos decir que el destino es un constante movimiento en espiral, que una vida humana se mueve a menudo en tiempos circulares abriendo y cerrando ciclos.  Es por eso que desde la perspectiva de la danza movimiento terapia, los movimientos circulares son símbolo, gesto con sentido, dinámica eficaz para restablecer la conciencia de los ritmos de la vida.  Son movimientos naturales que  activan el flujo energético generando un estado de conciencia ampliada, una bella forma de meditación en acción pues nos conecta con el centro; símbolo por excelencia de la totalidad, de dios.

Girar

Al activar el flujo energético y ampliar la conciencia de centro, los giros son muy provechosos para salir de la inercia de las rutinas del día a día, éste movimiento consciente nos recuerda que todo cambia, pero que siempre permanece en nosotros un punto dentro del ciclón, apacible, receptivo y fuerte para enfrentar los desafíos de la vida.

Fotografía by Ángela Ramírez

“El universo está en todas las direcciones, girar te garantiza estimularte, encenderte, es fácil de hacer y cuando se hace correctamente como los niños lo hacen, girar es seguro, es mejor girar en espacios exteriores, encuentra un lugar hermoso donde el suelo es lo suficientemente suave para caer en él.  Párate quieto. Comienza a girar, siente el latido de tu corazón, gira alrededor y alrededor.  Gira en contra de las manecillas del reloj, incluso si eres zurdo, usa el izquierdo como el que empuja y el derecho es el balance.

Los derviches giratorios sufís sostienen sus brazos como alas con la mano derecha hacia arriba para recibir energía y gracia y la palma de la izquierda abajo, a la tierra como una forma de entregar los regalos divinos a la humanidad.  Usa tu corazón para generar una corriente mística como hacen los sufíes cuando giran para su maestro.

Si caes levántate de nuevo y sigue girando, si no puedes girar más para, el mundo seguirá girando a tu alrededor.  Alrededor y alrededor.”

(The Book of Highs.  250 methods for altering your consciousness  without drugs.  Edward Rosenfeld.)

Aprender a girar conscientemente nos permite atravesar el vértigo a lo desconocido y activa nuestra capacidad para adaptarnos a los constantes cambios sin descuidar lo esencial, además que reconecta con la alegría y confianza básica de saberse participe y perteneciente a un todo.

Al girar el cuerpo físico expresa sus cualidades de equilibrio, fuerza, arraigo y fluidez; el cuerpo emocional-mental se equilibra, se expande, y se conecta con el presente, penetra en el aspecto femenino del mundo; y el cuerpo espiritual activa el permanente recuerdo de dios.

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