RETAZOS DE DIARIO. INSPIRACIÓN PARA CUALQUIER DÍA

SEPTIEMBRE. SOBRE LA PROPIA COMPAÑÍA

Hulya Ozdemir

Soledad, desolación, solitud; tantas palabras y diferentes formas de experimentar un sentimiento y una vivencia tan humana. Ríos de tinta han corrido desde el existencialismo, la psicología, la poesía y literatura para dar cuenta de la soledad y su paradójica e ineludible presencia, ya sea elegida o no. Hoy solo quiero compartir una reflexión, una perspectiva de una mujer apropósito de su elección y forma de responder frente al ruido del mundo con su propia compañía. Merece la pena también hacer las convenientes distinciones entre conceptos que se suelen homologar como introspección, introversión, timidez, ser solitario, aislamiento e independencia, si bien todos éstos son asuntos atravesados por soledad, no necesariamente se expresan igual, ni significan lo mismo. La propuesta es entonces ni romantizar, ni idealizar, tampoco negar ni ser indolentes con las formas de desolación patológica, tampoco huir desesperadamente ni resignarse a la carencia de vínculos sólidos. Tal vez se trate, y es mi invitación, de preguntarnos cómo nos relacionamos con la soledad y qué formas particulares tenemos para recrearla, conocerla, disfrutar o padecer su inevitable acontecimiento. Y sobre todo, solos o no, cómo alimentamos nuestra propia compañía.

«Casi nunca resisto los lugares concurridos, pero son totalmente inevitables. Hay labores en la vida diaria a las que no se puede renunciar con la mano en la cintura, como el trabajo, por ejemplo, labores que nos someten al gentío.

A pesar de todo siempre me la paso ingeniando excusas para no hacer fila, para comer en paz, para evitar las visitas inesperadas, para salir rápido del banco, para no hacer compras cuando todos lo hacen o no ir a lugares tan populares.

Sé que todos tenemos nuestras fobias y filias, nuestros juicios y absoluciones. A mí me gusta disfrutar del estar sola, me gusta pensar, crear diálogos interminables entre la nada y yo, incluso, pensar e imaginar me gusta mucho más que leer o escribir, pues muchas veces tengo la sensación de que el libro que leo solo me explica detalles que no sabía expresar, o un lenguaje a medias de temas que hace mucho había o venía pensando (…) Para mí, el silencio es sabio como el tiempo, como la vida y como todas esas cosas intangibles que no se destruyen sino que muchas veces sólo son interrumpidas.

La alegría de estar rodeada de árboles, el aire fresco que mece sus ramas, o se mete entre mis ropas y alborota mi cabello y me llena los pulmones de un oxígeno puro, único, que deleita mis oídos con los sonidos simples que emite la naturaleza, para mí es un placer que pocos disfrutan. La paz y la tranquilidad que allí se hallan no se comparan al silencio en una mesa, ni al silencio de guardar silencio hasta poder escuchar tu propia respiración. No. Ésta tranquilidad es como sumergirse en el mar y escuchar un eco ininteligible, misterioso, pero encantador mientras estás dentro.

Algunas personas reniegan de la soledad, pocos saben cómo tolerarse a sí mismos y al gran universo que llevan dentro, creen que necesitan el ruido de todo y de todos para poder hablar, para gritar o sentir que viven siendo parte de.

Yo al contrario. Tal vez sea un tanto aburrida, pero me gusta la sinfonía de mi yo sincronizado con el árbols de la vida en el silencio de la montaña o en el lenguaje del mar.»

Faty Villa. 2021

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