Director: Ken kwapis
Las búsquedas del corazón en variedad de formas se expresan en diversas relaciones, pero generalmente con un objetivo común: Ir al encuentro de…un otro que como cualquier mortal tiene asuntos resueltos y otros no. Y ese otro bien sea llamado esposo/a, amante, amigo/a, novio/a, pretendiente, etc., en última instancia, es un extraño misterio con preguntas semejantes a las propias, entre muchas otras:
¿Es este el hombre o la mujer de mi vida?
¿Le gusto o no?, ¿me quiere… no me quiere?
¿Voy a la cama o no?
¿Podremos ir más allá del sexo y la atracción física?
¿Me caso o no? ¿Para qué?
En el alma de las relaciones Eros punza para mostrarnos lo que hasta ahora no hemos visto o afrontado con honestidad, por ejemplo:
El miedo a la soledad.
La necesidad de independencia.
Nuestras mentiras más escondidas.
Los dolores con los padres.
Las viejas heridas, el desamor…
Sólo atravesando estos temidos y evitados asuntos nos vamos encontrando muchas veces con la necesidad de ir lentamente mirando más hacia adentro, «haciéndonos caso», refinando el deseo para buscar y encontrar nuevas formas, quizá más auténticas, de relacionarnos con el Amor.
Con muchas de las personas que me visitan en consulta hemos llegado a reflexiones tales como que la aceptación de las dificultades en las relaciones va dando paso a una construcción de una «pareja interior» que pone en jaque la ansiedad enfermiza por conseguir un otro para que te quiera, porque ese «otro» tal vez, simplemente no te quiere.
Esta contundencia la podemos ver en la película del director Ken Kwapis, que a manera de comedia romántica nos ubica en el drama justamente cómico y humano de caminar en búsqueda de la madurez en el amor.
No me concentraré en los aspectos cinematográficos, aunque no está demás mencionar que cuenta con un gran reparto, sólo quiero compartirles reflexiones realizadas en conjunto con una paciente con quien la profundizamos observando las dinámicas de polaridad (femenino-masculino) y las vías creativas para el encuentro.
En «Simplemente no te quiere” las parejas se topan con sus destinos únicos, con sus respectivos retos y desafíos para al final cada uno apostarle a los requerimientos reales de sus almas.
– Una mujer busca con gran ansiedad el amor desde el lugar de «niña» quien en su inocencia y espontaneidad se deja llevar constantemente por «el que dicen los otros» hasta que de tumbo en tumbo consigue escucharse a sí misma, con sus contradicciones y resoluciones; y al darse el encuentro amoroso:
Ella, deja de buscar para poder estar realmente disponible.
Él, Se deja tocar por lo femenino, se pone vulnerable y acepta el amor.
– Una pareja supera la trampa del matrimonio preestablecido y afianzan una relación madura dándole un sentido particular a su unión. Ceden ambos al intercambio, un No y un Sí que se invierte para no dejar en la sombra lo rechazado, sino por el contrario, encarar el miedo y convertirlo en fuerza.
Ella, se da cuenta que el no estar casada no la hace diferente y que el matrimonio en sí mismo no es garantía de amor y felicidad. Y al final, haciéndole duelo al padre, gana un esposo.
Él, se da cuenta que casarse no es sinónimo de pérdida, sino que gana muchas cosas y recibe una esposa, reafirma su amor teniendo en cuenta las necesidades del otro.
– Otra pareja se casa inconscientemente, haciendo énfasis en las formas externas (una casa remodelada, el mundo material, etc.) descuidando enormemente la unión y dando paso de esta manera a un tercero en la relación.
Ella, con un duelo no resuelto con el padre, «castra» a su esposo bajo la represión del fumar por el miedo a la pérdida que de todas maneras tendrá que enfrentar.
Él, juega el papel de «bueno», del «deber ser», papel que lo arroja directamente a las manos de lo imprevisto, la tentación, la conquista, pero por la vía de la clandestinidad y de la culpa. «La otra» mujer, se sustenta y soporta en las relaciones, pero con un gran temor a profundizar en sí misma. «Está para el otro».
El final de este triángulo es el humilde reconocimiento de las decisiones imprudentes y de la imperiosa y curativa soledad para poder luego encarar una pareja más pareja.
– En una cuarta pareja ambos buscan sin encontrar enredados en el asunto de la imagen y el mundo mediático, para lograr dar el paso más allá de lo ilusorio, aparentemente seguro y concretar en el mundo real y cambiante. Ambos aceptan el sí.
Este abanico de encuentros y desencuentros nos habla de la ausencia de fórmulas mágicas y generales para la experiencia amorosa en pareja. Pero lo que si nos queda muy claro es que el amor romántico, además de divertido y encantador, es mucho más que rosas y chocolates.
Les recomiendo la película… y el amor… también.