No hay que ir más allá de las narices para encontrar la verdad: «non foras ire, in interiore homine habitat veritas» (san Agustín). Y “la verdad os hará libres” decía Jesús, quizá si es sobre todo una verdad que muda de piel como en las mujeres el corazón y si es una verdad que es viaje, devenir en lo que somos SIENDO y al mismo tiempo se percibe como belleza en los territorios que recorren nuestros pasos.
Lo que sigue son antojos de explorar desde una mirada erótica (vincular y pasional) en mi experiencia de viajar el encuentro de lo bello: «cuando sentimos la belleza, la reconocemos como verdad». Tagore.
Un viaje interior-exterior, es decir, con un umbral muy difuminado en donde como posibilidad estética y erótica, los opuestos son cada vez más múltiples, es decir, el viaje convocando la creatividad.
Dos grandes invitados Eros y Hermes, dioses de la psique, dioses psíquicos, dioses de conexiones y umbrales, guías en el viaje de la vida. Con Hermes giran mis caminos, pongo límites en la ruta, resuelvo encrucijadas y tropiezo de tanto en tanto. Decido. Con Eros se mueve mi corazón, encuentro el propósito, se sensibilizan mis sentidos y se agita mi alma, comparto con otros viajeros, Amo. Cuando Eros y Hermes danzan juntos, encuentro entonces la belleza y se me da el viaje de promesas cumplidas llegando a destinos imaginados, a citas inaplazables, a los lugares del alma vieja perteneciente a esta tierra de contrastes, bellezas y desafíos.
En el viaje… la imagen:
Entre el pensamiento y la materia ingresa la imagen, situándose en el viaje como una constante de impresiones, afectaciones, improntas, símbolos, recuerdos, ensoñaciones, visiones.
Las formas que va tomando la luz como imagen impresa en una fotografía capturan un instante y sobre todo, como imagen emergiendo de la psique, capturan la eternidad.
En el viaje… la imagen es la experiencia del alma.
Múltiples imágenes se conjugan en un paisaje, ya sea en lo urbano, ya sea enla naturaleza, tomando tintes y colores, exigiéndome el funcionamiento de todos los sentidos. Quien recorre el camino, quien contempla el panorama no puede ser sino el alma sensible a aquello que la permea, por ello la imagen conmueve a tal punto que también es emoción y el viaje entonces no es sólo alegría, es también miedo, tristeza, rabia y a veces desolación. Una intensa confrontación de lo conocido y lo desconocido, del yo con lo Otro.
En el viaje… el movimiento:
El movimiento es destino del viajero. ¿Hacia dónde nos dirige la ruta?, sólo al movernos lo sabremos, sólo cuando nos movemos hacia el destino llegamos, y moviéndonos es que vamos viajando.
Entre el tiempo y el espacio ingresa el movimiento, situándose en el viaje con una constante de ritmos, intensidades, recorridos, gestos, ires y venires. Los mapas psíquicos y físicos se reconocen en movimiento. Las pausas, progresión y regresión, inmersión, ascensión, inicio. Movimiento femenino de caída libre hacia la profundidad y el misterio. Descenso de Innana, errar de Isis, danza del alma.
La metáfora de la vida como ruta, y el humano como viajero me gusta, me inspira, me permite en cada viaje, lejano, cercano, interno o externo VER Y RECORRER la belleza expresada en mil formas. Viajando de la mano de Eros y Hermes logro visibilizar mis pasos con un mayor sentido. No es sólo ir hacia nuevas topografías, no son los medios de transporte utilizados, es más bien una disposición del alma viajera a recorrer los días en el presente de la vida, en el instante del tiempo que no pasa, es decir, en el tiempo que es experiencia. Cualquier lugar es un espacio que se puede configurar como hogar bello y amoroso. Es así que un viaje con corazón hace del recorrido un gran destino.