Reflexiones sobre el Arte del Encuentro

En la pasada cita con el Grupo Rizoma (círculo de amigos alrededor del estudio, la práctica y profundización de la psicología de Jung, la comprensión del alma humana y la exploración de lo inconsciente en Casa Jung Medellín) estuvimos conversando sobre el arte del encuentro, pensamos nuestro encuentro como grupo de estudio y valoramos la red de raíces y el tejido armado en el transcurso de estos años.  Les comparto mi reflexión:

«El pájaro un nido, la araña una tela, el hombre amistad».

William Blake

Empezaría por nombrar que, si es asumido como arte, el encuentro humano requiere dedicación, atención y esmero, es decir, no es un asunto solamente fortuito, caído del cielo o necesariamente, fácil.  Y creo que allí mismo radica su belleza.  Como cualquier obra artística el encuentro, unifica asuntos dispersos con un sentido y propósito, ya sea la comunicación o transmisión de mensaje o simplemente la manifestación de una potente necesidad humana:   la creatividad.

Entonces, ¿para qué encontrarse?, ¿Cómo encontrarse?

Hermes en Louvre

Me permito un juego de palabras: encontrarse para relacionarse y relacionarse para encontrarse. Y en esa incesante búsqueda de relaciones y encuentros vamos creando y recreando la realidad.

La relación consigo mismo es protagonista, pues en la medida de una vívida y nutrida intimidad se da la posibilidad de una sana otredad. El otro como infierno o como cielo, depende del conocimiento de mi propio cielo y de la relación con mis infiernos, o mínimamente del respeto por tal pluralidad.

Cada uno descubrirá sus vías y formas de encuentro.  La mía ha estado muy cercana a la relación con el alma, propia y del mundo.  El encuentro con el otro y otros ha sido una oportunidad para encontrarme con asuntos de mi alma y para conocer el alma del mundo con sus tonalidades y matices; asumiendo las dificultades en los códigos de comunicación, el dañino prejuicio y el miedo al rechazo.

La vinculación, la pertenencia y el «hacer parte de» nos es imperante como especie, más exige madurez y por qué no, trabajo psíquico, desprendimiento y apertura de corazón.

Los grupos, los círculos de estudio, los desarrollos interdisciplinarios hacen parte de esta necesidad y búsqueda del refinamiento en el encuentro.  Al encontrarse se hace historia conjunta, paso a ser parte de la historia del otro consciente o inconscientemente dado que ningún encuentro a mi modo de ver es gratuito.

Rizoma, nuestro Eranos:

Más que presuntuoso es una inspiración y motivación por el interés que nos reúne sobre los estudios de la psicología analítica. La calidez de una buena conversación, la compañía silenciosa y el respeto por las palabras, el alimento de los saberes del otro, la puesta en común de los diversos pensamientos e ideas, las lecturas guiadas y analizadas; configuran una «comida en común», un Eranos, que necesita recoger e ir componiendo su menú con la misma alegría de cada encuentro.

Respetar el símbolo, estudiar y conocer el símbolo, explorar el símbolo, vivir el símbolo es lo que quisiera para nuestro rizoma en días futuros.

El filósofo y antropólogo Andrés Ortiz-Osés se ha referido al círculo de Eranos como «almacén simbólico» y a la recopilación de sus conferencias como «anuarios vivos».  Les dejo esta idea de invitación y discusión.

Los dioses del encuentro:

No puedo dejar de mencionar a los invitados especiales, fuerzas que dinamizan cualquier encuentro: los dioses y sus características más inspiradoras.

Hermes

Eros

Dionisio

Apolo

Atenea

Afrodita y por supuesto las musas, hacen del encuentro un Arte.

(Esto también lo dejo abierto para estudio y discusión).

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