«Soy madre de todas las cosas, señora de todos los elementos, principio y generación de los siglos, la mayor de los dioses y reina de todos los difuntos, primera y única de todos los dioses y diosas del cielo que dispenso con mi poder y mando las alturas resplandecientes del cielo, las aguas saludables de la mar, y los secretos lloros del infierno». El asno de oro. Apuleyo
Reina de reinas, reina madre quien merecería todo un tratado simbólico y mítico, dada la bastedad de su iconografía y el maravilloso misterio que le rodea. «Costurera Cósmica» le llamó Marta Vélez, una gran maestra de maestras y mujer tocada por las Diosas. Isis, «la de muchos nombres» es la diosa egipcia que reúne todos los atributos de las demás diosas, por eso es considerada como la madre de las madres y fue venerada como la diosa de la fertilidad y los cereales.
Isis nació de la divina unión entre Seb, dios de la tierra y Nut, diosa del cielo. Se casó con su hermano Osiris, con quien engendró su hijo Horus.
El mito de Isis y Osiris es de gran importancia para la comprensión de los procesos de la vida, muerte y renacimiento, en una vida individual y también en los procesos estacionales de la tierra. Osiris fue asesinado por su hermano Seth y tirado a las aguas en un sarcófago. Isis realiza un largo viaje en busca de Osiris muerto, cuyo cofre donde estaba encerrado se convierte en un árbol. Seth encuentra a su hermano y lo despedaza repartiendo las partes del cuerpo de Osiris. Isis pacientemente busca y encuentra cada uno de los trozos y mediante el poder de su alquimia, el tejido, la costura y los ungüentos, vuelve la vida a Osiris.
Isis es reconocida entonces como la gran fundadora de la alquimia y conocedora de los secretos de la vida, muerte y resurrección. Su actuación, profundamente misteriosa y transformadora nos corrobora las características del actuar de la Diosa:
«El mundo de la diosa es, pues, el mundo de la unificación y el mundo de la reunión, primeramente, del dios Osiris, a quien remienda y reúne, a quien unifica y recoge y, posteriormente, la reunión imaginaria entre el afuera y el adentro en la que se produce la transformación y la creación». Marta Cecilia Velez. Las Vírgenes Energúmenas.
La imagen arquetípica de Isis en la psicología de una mujer representa entonces el poder de una madre en conexión con la plena conciencia de ser iniciadora y propiciadora para que la vida cumpla sus propósitos, tanto con sus hijos o creaciones, como con ella misma. Estos atributos se activan en la psique femenina cuando una mujer sabe que debe morirse para parirse, cuando nos permitimos llorar y hacer los duelos necesarios para luego unificar las experiencias en un renacer con significado y propósito.
El cuidado de las propias obras (algo en lo que necesitamos afianzarnos las mujeres) es también inspiración de Isis que cubre con sus alas lo germinado y lo acompaña hasta su oportuno florecimiento.
Cultivar estas cualidades arquetípicas nos acerca más a la naturaleza y a los ritmos naturales de creación. Las prácticas de contemplación, el interés por las artes sagradas y el aprendizaje del exigente arte de ser madres de nosotras mismas, son caminos en los que Isis nos asiste, acompaña, inspira y protege.
El culto de esta diosa se extendió tanto que en la mitología grecorromana fue considerada además como patrona de los navegantes y señora de las aguas, atributo éste asociado también a los arquetipos maternos. Y en el cristianismo se adoptó su imagen como la virgen María.
Isis está entonces en el origen mismo del culto a la madre, la encontramos y la encontraremos en múltiples imágenes míticas, simbólicas y religiosas; escondida y velada por su eterno misterio, pero revelada y generosa para la mujer que reconozca su poder y sea receptiva a su inevitable fuerza alquímica.