El amor como iniciación: la flecha de Eros

Delphine Cossais

¿Ha de herir Eros el alma de una mujer para que ésta encuentre su amor propio?

Quizá sí, si entendemos por Eros a ese dios en el panteón psíquico que impulsa, genera la atracción y la unión, para luego la diferenciación; dando paso a una vida más completa, con menos miedo al amor y a la creatividad, a ese toque, aleteo de eros que nos arroba de la “seguridad” de la infancia a la certeza en la capacidad de parir nuestros propios deseos.

Este movimiento creativo y erótico, esta iniciación, siempre suele darse en doble vía, es decir, hombres y mujeres nos vemos muchas veces movidos por la fuerza inconsciente y precipitapsidora del eros, sin embargo la vivencia amorosa-erótica de una mujer, toca fibras muy profundas que movilizan sus cimientos:   podría recibir la iniciación de eros  arraigando sus raíces y abriendo sus alas o puede sucumbir en un mar emocional de confusión distanciándose de sí, arrojándose en los brazos de un “eros infernal”.  Pero no nos escandalicemos, ambas experiencias son momentos de iniciación; y más temprano que tarde la mujer humana tejerá sus hilos e irá cosiéndose sus alas (ya no sólo las del eros puesto afuera, proyectado), sino alas de mujer.  Mujer alada, erótica, sabia, sabedora de sí.

Lo siguiente es la construcción escrita-creativa de una mujer sobre sus encuentros con eros, en donde los elementos de la atracción, la mirada, el encuentro, los sueños, el sacrificio, la fantasía, la identificación de sus cualidades femeninas y masculinas, hacen de su experiencia una alquimia y una posibilidad de reconocimiento y validación de su deseo.

Gracias a ella por compartirlo.

Ángela Patricia Ramírez C.

Psiqué and Eros – François Gerard

Una historia real del amor

Por: Sara Cadavid Arango

Cuando nos miramos

Lo que pasó era que no sentía, y no me daba cuenta, andaba por la vida construyendo relaciones sin sentir, llenas de nada, porque finalmente de eso se hace una relación; de amor. Y en ausencia de éste, las relaciones no son. Entonces, decidí tomar distancia del asunto, refugiarme en mí y en mi soledad, la cual me acogía, pero no me daba serenidad, entonces empecé a entender que quería compartirla con otro, que me acompañara.

Hace unos meses pensé, incluso sentí; que el amor, no había sido para mí, por lo menos las relaciones de pareja estables, donde se construyen sueños que se vuelven realidad, con el otro; ya me había percatado que no sólo de la construcción sobrevivía una relación, pero tampoco me acostumbraba a la idea de compartir con otro, incluso de compartirme con él.

Entonces, uno de esos días, mientras intentaba volver a mí y entender lo que quería, te vi; y fue como una pista, que me permitió darme cuenta que si existías, y te vi varias veces, hasta tener la certeza que tú también me veías, y entonces nos miramos, y esa mirada me permitió soñar, e imaginarme tantas cosas que me enamoré.

Parece absurdo, pero me enamoré; realmente lo que pasaba es que siempre estuve enamorada de ti, sólo que no te conocía, pero cuando nos miramos, tuve la certeza que eras tú, de quien yo siempre estuve enamorada. Y pasó tanto tiempo, en que un saludo era el único contacto, y obvio mirarnos, pero no era suficiente, ya era justo podernos acercar; pero las cosas no se daban. Entonces, simplemente me permití sentirlo.

Un día, y como siempre, retando la fluidez de la vida, propicie que habláramos, encontrándome con que teníamos tantas cosas en común, que hasta creí que me invitaste a salir; y después de una invitación que no sé si fue, pero que nunca se dio, volví a mi lugar de dignidad, intocable siquiera con la mirada y menos con las palabras, intentaba no dejarme permear por todo eso que sentía, y que por algunos instantes, se hacía realidad.

Entonces uno de tantos días, donde por costumbre fluctuábamos entre la mirada y la torpeza, te compartí una parte de mí, te la di para que te acompañara, te hablé de ella y permití que una fuera contigo por un momento, al regresármela, pudimos hablar un poco más, pero este encuentro me desligó, sentí como al pasar a un plano donde no sólo jugaba mi imaginario tú te desvanecías; te desdibujaste en mi fantasía y la magia se fue.

Volvise en mis sueños y me encontré contigo

Volviste en mis sueños, te volví a mirar, y volví a sentir en esa mirada, eso que tantas veces vi, lo que me enganchó, y lo que me desenganchó, lo que me permitió estar e irme; el caso era que nuevamente aparecías y en mi cuerpo acontecías y él nuevamente te buscaba, pero como tantas otras veces, no te encontraba más que en mis sueños y en esa mirada, que no entendía porque tenía tanta importancia, igual no estabas.

Finalmente, coincidimos en el mismo umbral y me dijiste que estaba bonita, y ahí, no hubo vuelta atrás, apareciste con más frecuencia en mis sueños, y cada vez que me despertaba reclamaba un poco de realidad, que no encontré, y tuvo que pasar mucho tiempo, para tener algo similar a una certeza, diferente a la tan nombrada mirada.

Entonces viniste a mi casa

Un día me besaste, hasta el día de hoy me pregunto si otro beso podrá nuevamente mover tantas cosas, porque mientras te besaba, me percataba de mí; hubo mil cambios en mi cuerpo, sentía que me podía desconectar de todo y estar simplemente ahí, contigo realmente, siendo yo.

Antes pensaba con cada beso tuyo, me perdía en ti, ahora entiendo que esas cosas que sentí, me permitieron tomar conciencia de mí y me siento feliz de que hayas podido despertarme, porque lo hice a través de ti; porque encontrarte le imprimió fuerza y movimiento a mi vida, encontrarte fue recuperarme, volver a mi recuerdo que parecía tan olvidado.

Este encuentro, me dio algunas certezas, no todas; porque reconozco en ti, el miedo que me da a mí, entonces supe que no nos habíamos dicho todo, supe que no habíamos sentido todo y supe que algunas cosas aún estaban inconclusas. Pero después de este encuentro nuevamente nos evitamos y así, pudiste anidarte aún más en mi imaginario y ser una proyección, que sin importar si encontraba par en la realidad, te tenía en mis sueños, entonces fuiste mi amor platónico.

Los hombres de mi vida

Este encuentro me ha confrontado con todos los hombres de mi vida, desde mi papá y mi hermano, hasta cada uno de los que han sido mi pareja en diferentes momentos y de diferentes maneras; de hecho, y para ratificar esa realidad, han aparecido uno a uno, para poder resignificar la historia con cada uno de ellos y sentirme en paz, especialmente conmigo.

Por eso, la carga de lo masculino en mi vida y de los hombres que en ella aparecen, ahora no está permeada por el sinsabor del fin, sino por la alegría de lo que allí sea vivido, de cualquier forma, ahora no busco un “para siempre”, sino un ser feliz, plenamente feliz, conmigo y si así acontece, con otro, y aunque siento miedo, encontrarte, me permitió tirarme sobre el reflejo de mi misma, que era el que me espantaba, y vivir.

Y pensé que era fantasía

Y desde ese lugar tan alto de lo platónico, tan lejano, pude aterrizarte, contándote lo que sentía, tal cual. Me puse en el lugar de vulnerabilidad más grande que había conocido, y ahí, sin máscaras y sin velos fui la mujer que soy, sensible a lo que siente, con preguntas, que no necesitaban ser respondidas; porque la respuesta tuya, no era lo que buscaba, solo intentaba seguir encontrándome a través de ti. Decidí abandonar mi fantasía, o no quedarme sólo con ella, sino darle el matiz de lo real a la magia y a mi imaginario.

Contrario a lo que buscaba, si hubo respuesta, entonces supe que en nuestra experiencia acontecía algo muy parecido, y aún así no nos encontrábamos, entonces entendí que no nos teníamos que encontrar, y que así era hermoso. Pero yo buscaba algo diferente, que buscaba magia eligiendo y siendo elegida, y que esa magia no la estaba encontrando contigo, pero le fui dando forma a eso que quería.

Volviste con un discurso hermoso, hablaste de lo que sentías y en cada palabra, reafirmabas lo real de lo que hubo, pero ya estaba resuelto, y a pesar de tanta magia y de sentir tanto, por fin tome una decisión incipiente; que fue tomando fuerza, para llegar a la certeza de lo que quiero y busco en una relación.

Y así ocurrió, decidir qué tanta magia no hiciera parte de mi vida, puesta en un hombre al que pensé que toda mi vida había amado, no fue fácil, pero tras entender que había varias situaciones que hacían que él no fuera lo que yo estaba buscando, pude estar tranquila y en paz conmigo

El sacrificio

Muchas veces creí enamorarme, y también me desenamoré, pero en ese entonces la lógica lograba contener aquello que emocionalmente no entendía y eso me serenaba; pero esto, desde ninguna lógica lo entiendo, porque aunque de tarde en tarde, un atardecer me recuerda que es hermoso y que soy profundamente feliz, no sé qué pasó contigo, no sé qué tocaste y no sé por qué no me desligo de ti; no sé qué pasó, sólo que quedan un montón de silencios y miradas en ti y en mí, que algún día dejarán de representar esto que siento para convertirse en un bonito recuerdo.

Por ahí leí que «en aquello que no se dice anida la eternidad» y como espero que esto tenga un término, prefiero decirlo: sentirme enamorada de ti es hermoso, o fue hermoso, pero la vida es de encuentros y desencuentros, a quien llega, bienvenido y quien se va, bien ido.

Y es precisamente eso, el sacrificio de algo que me hizo sentir bien, pero no de la manera como yo esperaba, lo que me lleva a darle forma a lo que realmente quiero, hay cosas que tienen que morir para que otras nazcan; y espero ser tocada más que con una mirada o un saludo, pero para eso, tienes que morir, morir en mi experiencia, en mi campo emocional; pero me enredaste, una vez me dijiste que nos habíamos enganchado y que eso ya no se soltaba, y pues hoy eso hace que no me desligue; pero elijo, una y otra vez, cada día, cada mañana, cada noche, no estar más ahí.

Cada vez que te veo… siento un montón de cosas, mi cuerpo se me revuelca y me queda una sensación de angustia, pero también de cansancio, como si me robaras el alma; y luego de estar en una sala de cuidados intensivos recuperándola, hoy puedo decir que no me abandona, pero no entiendo que pasa; quisiera que la vida fuera más coherente y que me permita irme, así, simplemente, no anclarme más a un hombre que eligió no elegirme.

Hoy

Hoy tras una relación que no fue, y que en otro momento de mi vida me hubiese dejado vaciada, me siento llena y segura, de lo femenino en mí, de mi feminidad; porque me permití vivir, sin quedarme anclada en la experiencia, por el contrario, la viví y la disfrute profundamente, ame cada segundo de lo que paso, y puedo verme ahora como una mujer realmente; con fortaleza y decisión, que se divierte en el camino. Me permití estar en el lugar de vulnerabilidad, me arriesgue a vivirlo y ahora, confirmo mi certeza en la perfección de la vida.

Me pusiste en movimiento, inicialmente, no entendía la paradoja de que fuese un hombre quien moviera mi femenino, pero lo hiciste, y me sacaste de la inercia, y ya tuve impulso para seguir moviéndome y bailar con los ritmos de la vida, que en otro momento tanto me aporrearon pero que hoy me hacen sentir fluida, sentida, creativa y dinámica; con esta sensación de agradecimiento, con la vida, contigo y conmigo.

Por eso, hoy

Elijo vibrar con un otro que vibre conmigo, que quiera estar, a quien yo pueda elegir y que él me elija, con quien construir, porque hay una sincronía, la química traducida en acción, en lo real; quiero magia, pero que no se quede en el plano de las ideas, sino que pueda tener lugar en la realidad. Quiero que sea una relación fluida, donde los miedos tengan lugar, como es natural, pero que no sean superiores al amor y en esa medida que se puedan ir solucionando; quiero sentirme tan perdida en el amor, que me encuentro.

Quiero una relación con alma, donde yo pueda explorar las diferentes dimensiones de mi feminidad y de mi ser mujer, quiero poder concretar una relación con un hombre que admire y ame profundamente; quiero poder ser y permitirle al otro que sea y allí nos encontremos para caminar juntos, buscando la conciencia. 

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