Parece extraña la pregunta, pero es atinada en tanto nuestro satélite ha ejercido una enorme influencia sobre la tierra y la humanidad desde tiempos inmemoriales. Al plantearse la pregunta por el qué es, diríamos que es una roca; al plantearse la pregunta por el quién es, diríamos posiblemente, que es la imagen de una diosa.
¿Es una roca?, ¿es una diosa?, ¿es un poema?, ¿es una forma de conciencia? Es todo eso y más, mucho más.
Debemos entonces citar a Aldoux Huxley citando a Sócrates para abrirnos a tal multiplicidad:
«(…)Decir, con Sócrates, que la luna está hecha de sustancia divina, es estrictamente exacto. Porque no hay nada que impida que la luna sea una piedra y una divinidad». Aldous Huxley, meditation on the moon1931,The Oxford Book of Essays .Chosen and Edited by John Gross, 1991)
¿Y quién es pues esa divinidad llamada luna y dónde se encuentra?
La luna está en el cielo como satélite del planeta, orbita y afecta. Está en la tierra en la agricultura, asociada a la medida de la fertilidad de mujeres y campos; una luna es un mes, una medida exacta para los ciclos de la tierra. Se encuentra su influjo en las mareas y las aguas; en los ciclos fisiológicos de todos los organismos, animales y vegetales.
Sus ritmos y variaciones visibles para los humanos mucho más que otros cuerpos celestes, han conectado una noción de cambio y devenir en la mente y consciencia. Está afuera, pero también está dentro de nuestros cuerpos. Y siempre ha constituido un punto de referencia para la vida y la muerte, es decir, un tiempo psíquico y un espacio de proyección. Una atmósfera simbólica.
Mama Quilla (Incas), Selene (Grecia), Chía (muiscas), Chandra (India), Maan Godin (África), entre otros nombres y mitos para la dama de la noche. Ya sean sus representaciones femeninas o masculinas, sus cualidades arquetípicas se han referido siempre a los aspectos más inquietantes y fluctuantes de la experiencia humana: las emociones, las transformaciones, la intuición, la magia, la muerte, los sueños, la inspiración, la locura, la mente inconsciente en general.
La luna como símbolo:
Roca, diosa, medida o poema, la luna es, ante todo, un gran símbolo. Como símbolo es polivalente, reúne y contiene opuestos, es decir, no puede ser ni buena ni mala, Es, y, sobre todo, posee energía, numen, poder y efecto persistente en nuestra psique.
La riqueza del símbolo lunar es enorme y compleja, además siempre suele presentarse asociado a otros motivos y contenidos como animales lunares (rana, lechuza, serpiente), objetos (los cuernos, la plata, la sangre), y elementos de la naturaleza de la cual hace parte y cuyos ciclos gobierna. Pero sin duda es símbolo por excelencia del poder femenino, del tiempo cíclico femenino en el que solemos estar inmersos y durante el cual, al mirar la luna, podemos recordar: la permanente renovación, la eternidad y la inmortalidad en el cambio.