FEBRERO 27 DE 2022
Hoy amanecí pensando en la importancia de la conciencia en la "presencia", en el momento presente. Concepto tan explorado en filosofías y prácticas orientales; pilar del ejercicio meditativo, pero tan escurridiza su comprensión en tiempos de afanes, prisas, carreras y miedos. Estar presente, atento, despierto, más no tenso, intenso, vigilante. ¡Menudo desafío! Estar presente en la presencia de uno mismo (de la mente y pensamientos, del alma y sus imágenes, del cuerpo y sensaciones), pero sin pretender controlarlo. ¡Humildad! Y ser dignos, y valorar la presencia del otro, a veces un infierno, a veces un regalo, muchas veces un misterio, ese sí que es nuestro drama humano relacional. Ser y estar presentes en el saludo, en el adiós, en la palabra, en la mirada, en ese justo momento en que comparto con otra vida humana un instante del tiempo. Un presente que puede convertirse en huella de dolor, en un suspiro en la memoria o en una experiencia vital. Un momento presente que puede ser también siempre poesía. Ángela R.