
Dirección y guion: Azazel Jacobs
Genero: Comedia dramática.
Año: 2023
«(…) Sentí claramente que éramos extrañas, mi hermana y yo; no nos comunicamos ni decimos lo que sentimos realmente.
Esto me deprimió terriblemente en aquella ocasión, cuando sólo quería tener sentimientos generosos y simples hacia ella, placer por su gozo, cariño por todo lo que era suyo.
Pero en realidad no somos amigas y representamos el papel de hermanas. No sé realmente qué le hace sentir placer o alegría, ni ella sabe cómo soy feliz o cómo sufro.
Hubo años en que tú y yo apenas nos hablábamos; luego toda una noche, nuestro padre muriéndose arriba, quemamos nuestra infancia, montones de papel, hablando hasta que cantaron los pájaros.
Tu rostro ahora al otro lado de la mesa: oscuro con iluminación (…)
Adrienne Rich
Hace tiempo no veía una película que me hiciera pensar tanto en asuntos de mi interés sobre la psicología profunda y femenina. Entre otros: la muerte, el duelo, la relación entre hermanas y la imagen arquetípica de la hija.
La historia gira alrededor de tres hermanas que se encuentran en un pequeño apartamento para asistir y planificar los últimos días de vida de su padre enfermo.
En un tono de «dramedia», el género híbrido que combina elementos de drama y comedia, el director nos presenta tres intensos personajes que evolucionan a lo largo de la película y cuya experiencia emocional es protagonista. Este gran estudio de personajes y su postura teatral, con muy buenas interpretaciones por parte de las actrices, me evocó la representación de las diferentes partes al interior de nuestra psique al enfrentarse a lo inevitable de la muerte y las situaciones límite: muchas veces desde el control, otras veces desde la evasión y otras, desde la conciliación y aceptación; ninguna mejor o peor, simplemente gestos distintos para enfrentar el dolor y lo que se escapa a lo conocido, como también estrategias del ego para tramitar culpas y protegerse del miedo.

No hay una sola forma de hacer un duelo y más aún cuando la relación con quien muere es única (desde lo simbólico, vincular y físico) así se haga parte de la misma familia. Siempre he sostenido que cada hija/o tienen diferentes padres en términos psicológicos, pues la experiencia con cada uno es muy subjetiva de acuerdo a múltiples variables como el orden de nacimiento, la vivencia de los embarazos, las circunstancias ambientales, la misma crianza y un largo etc. La complejidad de un sistema familiar posee dinámicas inconscientes de alta tensión que se visibilizan en la relación entre sus miembros y se actualizan en los momentos de cambio y desafíos.
LAS HERMANAS
Cuando aparecen en mi consulta mujeres con conflictos con sus hermanas, sé muy bien que está emergiendo lo que Jung llamaba aspectos de la sombra, es decir, proyecciones de los contenidos inconscientes, poco reconocidos y no muy aceptados por el ego de la paciente. Pero este vínculo expresa también muchas más complejidades y posibilidades de crecimiento. La hermana representa también un yo ideal y una compañera en el proceso de identidad y de autorreconocimiento. Así lo expresa la profesora Cristine Downing en su ensayo sobre hermanas y hermanos:
«El trabajo de autodefinición entre hermanas parece desarrollarse comúnmente a través de una polarización que, de modo medio consciente, exagera las diferencias percibidas y reparte atributos entre las hermanas («yo soy la brillante y ella es la hermosa»). A menudo, además, las hermanas parecen repartirse también los padres («yo soy la chica de papá y tú eres la de mamá»). Soy la que ella no es. Ella es a la vez lo que yo más querría ser, pero creo que nunca podré ser y lo que más me gusta no ser, pero tengo miedo de llegar a ser».1
Este trabalenguas intrapsíquico se observa también en sueños cuando aparece la «hermana onírica», la figura que espejea la «otra en mí» con sus cualidades anheladas y a la vez rechazadas. Al prestar atención a los sueños obtenemos las pistas sobre el complejo que se está constelando y así podemos mirar a la hermana de sangre con mayor nitidez y neutralidad; sin embargo esto también hace parte de una paradoja, pues la relación entre hermanas es muchas veces la relación más «segura» en la que se puede expresar directa y abiertamente hostilidad sin que se llegue a perder el vínculo. Es decir, ya sea en sueños o en la vida de vigilia, la tensión y conflicto con la hermana estarán presentes.
Y de regreso a la película, vemos en estas tres hermanas el juego de espejos, esta hostilidad constante y también, en un nivel más profundo, una triada muy arquetípica del principio femenino que acompaña los procesos de vida, muerte y renacimiento.
Quien va a morir es el padre y esto trae cambios en sus vidas aparentemente resueltas y en sus relaciones silenciadas por la distancia, desconexión y desensibilización. «Sus tres hijas» nos resalta otro aspecto esencial en la psicología femenina reconocido como «la hija del padre». En la película la madre está ausente por muerte temprana y los tres personajes van dejando ver patrones de comportamiento obsesivo, adicciones y tendencia al perfeccionismo, rasgos asociados a la identificación excesiva con valores del principio masculino negativo (sea de la madre ausente o del padre enfermo). Sin embargo, el rescate de la conciencia, el respeto y la valoración de la relación particular padre-hija, en cada una de ellas, y el darle un lugar nombrado y honrado a la madre, abre las vías de posibilidad para el diálogo pacífico entre hermanas.
Sólo entonces cuando llega la memoria, el recuerdo, la aceptación de la vulnerabilidad; el reconocimiento de la diferencia; la conexión con el cuerpo, la lágrima y la risa que aligeran y relajan los temores infantiles, sólo entonces, la sombra de la hermandad ilumina la senda de la muerte del padre y abre el camino hacia el verdadero duelo sin los obstáculos de la idealización. Sólo entonces sus tres hijas, sus tres niñas, ya mujeres adultas, son dignas de acompañar la muerte y dejarse transformar por Ella.
- Espejos del Yo. Imágenes arquetípicas que dan forma a nuestras vidas. Carl G. Jung, Christine Downing y otros. Kairós. 1993 ↩︎