No se preocupen si se sienten aturdidos, o muy exaltados y con dificultad para conciliar el sueño; o por el contrario, adormecidos, pesados y lerdos. Si aquello que estaba inflamado se inflama más (físico y psíquico), si la intensidad de los pensamientos no permite focalización. Si la irritabilidad hace su aparición o si nos pescamos suspirando sin saber exactamente por qué. No se preocupen, no nos preocupemos. Estamos bajo el efecto de la intensa luna llena de octubre. Mejor, tomemos la oportunidad para calibrar y reconocer de qué forma vivenciamos la plenitud de la luna y sus cambios durante su danza en el cielo. La luna y sus efectos emocionales: Así como los sueños, las emociones surgen del inconsciente y la luna llena, las agita cada mes. Emergen de las aguas del inconsciente y cuando no las reconocemos o recibimos con atención, su manifestación puede ser más inconsciente aun generando malestares incluso físicos. Por eso, de igual forma que con los sueños, la luna nos ilumina y mueve aquello emocional que necesitamos ver y aquellos contenidos con los que necesitamos relacionarnos. Si nos imaginamos la luna como un gran amplificador podemos entender que aquello con lo que estemos identificados consciente o inconscientemente se intensifica, resalta, se acentúa, crece y se nota sí o sí, a pesar de los deseos conscientes del ego de llevar el control o tener todo "claro". Enojo, alegría, miedo, tristeza, disgusto, aceptación, sorpresa, curiosidad, desilusión, optimismo, venganza, orgullo, culpa, satisfacción. Todas, tanto las emociones primarias, como otras más complejas y decoradas con sentimientos; todas pueden hacer su aparición con luces de neón o reteñidas de forma caótica. Por esto, semejante a como cuando nos sentamos a observar el mar, podemos sentarnos a observar nuestras propias mareas emocionales y comprender un poco más los patrones que usamos o repetimos para lidiar con ellas. Flotamos, o nadamos contra corriente, represamos y reprimimos o estallamos en tsunami, fluimos o sólo contemplamos el vaivén desde afuera. Sea como sea, observar un patrón emocional es el primer paso para transformarlo o aceptar que cada tanto una emoción intensa nos lleva a donde necesitamos ir con gusto o disgusto; es motor inconsciente, pero también puede ser brújula en el navegar por nuestras experiencias. ¡Feliz luna llena! Ángela R.