Marta Cecilia Velez Saldarriaga. Editorial EAFIT. 2020
Este es un libro que todos deberíamos leer y ser valientes en soportar la incomodidad y la angustia a través de cada una de sus páginas. Al menos eso me ocurrió a mí al leerlo, soporté, me angustié y lloré participando del dolor y de la errancia de sus protagonistas. Digo que todos deberíamos leerlo, quizá queriendo hacer un llamado de comunidad y tejido que ayude a cicatrizar los horrores de tantos implicados y atravesados directamente por la guerra y las masacres en nuestro país.
La profesora Marta Velez nos da esta esta oportunidad con esta novela póstuma y nos lleva sin retorno a caminar con empatía y reconocimiento hacia el otro, los otros y su situación humana completa, sin sesgos ni limitaciones, construida a sangre y lágrimas en una realidad muy difícil de habitar.
Atestiguar la infamia sin perder el corazón, esto pensaba una y otra vez en medio del vértigo, tropezando entre renglones y letras cargadas de la misma pasión que caracterizó la vida de la autora. Desde los primeros escalofríos en su obertura, pasando por la belleza de figuras de un lenguaje vincular, hasta las escenas más desgarradoras, el eco de este Cielo Vacío puede ser música para el oído receptivo y sensible a las sutilezas del amor expresado en la lucha por la sobrevivencia y en la toma de las más difíciles decisiones.
Marta en su vida y obra fue capaz de ver la tragedia y narrarla sin negarla, sin evadir el dolor, denunciando lo absurdo y suturando la herida con su poética narrativa. Así, el duelo, la muerte, la errancia, el despojo, el abuso, la vileza, la indignidad, la infamia… tienen voz, grito, llanto, silencio y, sobre todo, reflexión en las cavilaciones de sus protagonistas:
“El horror supera el lenguaje y lo erosiona, y pensó que lo que había ocurrido sólo podía permanecer en los lindes del silencio y, por lo tanto, en el aterrador aislamiento de quienes habían sobrevivido”.
Las mujeres de este libro nombran lo imposible con su apuesta por el cuidado de los lazos, los vínculos, la relación, la naturaleza del afecto y la comunicación íntima, quizá lo único que nos queda en este cielo vacío.
“la vida humana sólo se sostiene en la mirada del otro y en los lazos que crea”.
Marta lo sabía, lo vivía, lo escribió y yo no quiero olvidarlo nunca. Hoy deseo que su Cielo esté lleno de la misma Belleza y Amor que habitaban en su corazón.
Ángela. San Félix. Febrero 2022
-Cabe resaltar también la contundente imagen de la portada del libro, fotografía de Jesús Abad Colorado, otra alma sensible a los dolores de nuestro país y cuyas imágenes del conflicto muestran un poco más de lo que deja ver la guerra.