Hacer del corazón un templo, y allí llamar a Vesta para que nos ayude a preservar el fuego interior. El fuego del hogar, del latido permanente que conecta la vida.
Hacer del corazón una llama y convocar a Vesta para que la avive en experiencias genuinas y de unidad.
Hacer del corazón una casa lo suficientemente amplia para albergar a majestuosos invitados, tus experiencias, tus sentimientos más puros.
Hacer del corazón un cáliz y llamar a Vesta para llenar la copa con el elixir del divino femenino y masculino.
Hacer del corazón un Corazón: El Centro, El Templo, La llama, La casa, El Cáliz, El hogar, la conexión con el Real Ser.
Hestia es la diosa griega custodia, guardadora y preservadora del fuego del hogar, su correspondiente en Roma es Vesta, y allí fue mucho más venerada; dentro de su templo ardía constantemente una llama cuidada por las vírgenes vestales, sacerdotisas iniciadas y consagradas para tal culto. Su templo, central y circular era el hogar de la ciudad, simbolizando y conteniendo la unidad familiar y de ciudad. Este lugar corazón, representando el vientre creativo de la diosa con su fuego continuo, cuidado por las vestales, desempeñaba entonces la función de mantener la vida.
Psicológicamente hablando, la imagen arquetípica de Vesta alude a la conexión con la sabiduría interior de una mujer. Podemos llamar a esta diosa cuando necesitemos centrarnos en un camino, decisión o actividad propia e íntima, que requiera de nuestra máxima atención y cuidado. Simbólicamente, pienso en las vírgenes vestales, sacerdotisas de la diosa, como los atributos y sentimientos más puros en nuestra psique cuya función es estar completamente dedicados a la atención del crecimiento y mantenimiento de nuestro impulso o fuerza vital (fuego sagrado). También me atrevo a imaginar estas vírgenes vestales como células de nuestra biología, comprometidas en presencia, acto y función con la vida orgánica, con la vitalidad, sostenimiento y sustentación del centro y corazón de cada órgano.
En los momentos de soledad decidida o circunstancial, Ella, Vesta, asiste y acompaña. Amplía la capacidad de sentirnos a gusto en nuestros espacios físicos y psíquicos- esto es fundamental en estos momentos de confinamiento por pandemia- aumentando la capacidad de alimentarnos con la propia riqueza interior y los estados de tranquilidad al realizar las prácticas cotidianas. Vesta ayuda a que las actividades del día a día puedan ser también una plegaria y un estado meditativo de conexión con la fuerza interna, con la llama del corazón. Y en el centro del corazón es donde encontramos el verdadero y más plácido hogar.
Hestia/Vesta nos inspira a convertir la vida misma en un ritual más que en una rutina. Embellece lo aparentemente simple y lo provee de sentido. Esta cualidad o atributo es necesaria en momentos en donde aparece la desmotivación por cansancio o por exceso de mundo exterior. Volver a encender el fuego del corazón y de nuestros hogares es una forma de rendir tributo a esta diosa. Así recibimos entonces calidez, apoyo y confianza en que nuestra vitalidad se reestablecerá y permanecerá en el centro, en el foco, en el propósito a veces olvidado del autocuidado.