“La fotografía en sí no me interesa; es el reportaje, la comunicación entre el mundo y el hombre común. Y existe este maravilloso instrumento, la cámara, que pasa inadvertido. A través del visor, ¡la vida es como un baile!» Henri Cartier-Bresson
En el año Colombia-Francia y en el marco de la Bienal Fotográfica de Bogotá tuve la buena fortuna de asistir a la exposición de la obra del fotógrafo francés Henri Cartier-Bresson (1908-2004) cofundador de la famosa agencia Magnun. Al ver sus imágenes más representativas y observar un encantador recorrido por las fotos de sus viajes alrededor del mundo, atestiguando la historia y los personajes del siglo XX, logré entender el porqué se le conoce y admira como el «padre del fotorreportaje».
Una reportería gráfica con un claro y particular estilo seguramente asociado a su formación como pintor y a sus gustos por las corrientes surrealistas. Y más allá de eso, me impactó mucho la contundencia para participar en el acto fotográfico. Su famoso concepto de «instante decisivo» se percibe en toda su obra, y cual viajero en el tiempo, abierto al transcurrir de los acontecimientos, capturó magistralmente registrando con un ojo activo y comprometido importantes hechos históricos del siglo XX como los funerales de Gandhi y la guerra civil española, además de muchos otros eventos que dejan huella, movilizan grandes colectivos y forman parte de la permanente relación entre el hombre y un mundo siempre cambiante. Aquí una de sus frases más célebres:
«Tomar fotografías es contener la respiración cuando todas las facultades convergen hacia la realidad fugaz. Es organizar rigurosamente las formas visuales percibidas para expresar su significado. Es poner en una misma línea de visión, la cabeza, el ojo y el corazón».
Tal alineación creo que es la consecuencia de una mirada creativa, completa y responsable frente a sí mismo y la realidad.
Al inicio de la exposición se proyectaba un corto video del fotógrafo en acción, cámara en mano, puesto en su sitio, viendo el acontecer que nos narraría con sus imágenes, tal como un músico con su instrumento, como un pintor con su pincel. Todo un acto estético y humano:
El tiempo y el espacio, dos variables entendidas y conjugadas creativamente en este personaje y plasmadas bellamente en sus imágenes:
«Para «significar» el mundo, hay que sentirse comprometido con lo que uno encuentra a través del visor. Esta actitud requiere concentración, sensibilidad y un sentido de la geometría. Es gracias a una economía de los medios, sobre todo al olvidarse de sí mismo, como logramos la simplicidad en la expresión».
Como le escuché decir a uno de mis profesores de fotografía, soy romántica, y sí, suspiré al pensar que este hombre nació un agosto, murió un agosto y yo alegremente me estaba encontrando con él en agosto de 2017.