Dormir, soñar, despertar
Dormir, soñar, despertar es una tríada fundamental para la salud física y mental.
Y en el dormir, la vida onírica es un terreno profusamente fértil para el bienestar integral y la experiencia de la creatividad.
Gran parte de la población mundial padece trastornos e irregularidades del sueño, perdiendo así la conexión con ese mundo misterioso que se activa al cerrar los párpados y dormir bien.
Por lo tanto, en mi psicoterapia, el trabajo con los sueños no está separado de la fisiología del dormir ni de la identificación y creación de prácticas y hábitos saludables para lograr entrar cómodamente, como se promovía en los templos de Asclepio, en los reinos de Morfeo, Hypnos, Nix, Oneiros, Selene, Hécate, Tánatos, Shakti y tantos otros personajes de la psique individual y colectiva asociados al fenómeno del sueño.
Son muchos los mapas y las rutas para explorar los sueños, desde las formas tradicionales y ancestrales de civilizaciones antiguas en las cuales los sueños y su interpretación ocupaban un lugar muy especial en la comunidad, pasando por la psicología moderna y las neurociencias; dejándonos muy claro que el mundo onírico nos fascina, afecta, inquieta e inspira desde los orígenes de la vida humana en la tierra hasta la actualidad.
Interpretar, develar, revelar, traducir, son algunos conceptos asociados a la búsqueda del significado de los sueños, presentándose así la realidad onírica como un oráculo, es decir, un ámbito sagrado para consultar por los misterios de la vida.
Adentrarse en los parajes del sueño nos exige respeto y humildad hacia esa otra Realidad que nos espera cada noche. Relacionarnos con los sueños es una actividad muy gratificante y plena de creatividad que nos permite recordar nuestra multidimensionalidad y la capacidad de generar imágenes con sentido y significado.